La hiperhidrosis es una condición médica caracterizada por un aumento significativo en la sudoración, especialmente en áreas específicas del cuerpo. Esta excesiva producción de sudor no siempre está vinculada al calor o al ejercicio, y puede afectar la calidad de vida de quienes la padecen. Las glándulas sudoríparas se vuelven hiperactivas, generando sudor en exceso que puede resultar incómodo e impactar en la vida diaria. La hiperhidrosis puede variar en gravedad, desde casos leves hasta situaciones más severas que requieren tratamiento médico.

El tratamiento de la hiperhidrosis con toxina botulínica, como Botox, consiste en inyectar la toxina en las áreas afectadas para bloquear temporalmente las señales nerviosas que estimulan la sudoración excesiva. La toxina botulínica inhibe la liberación de acetilcolina, un neurotransmisor que activa las glándulas sudoríparas. Este proceso reduce significativamente la producción de sudor en la zona tratada.

El procedimiento es relativamente rápido y se realiza en el consultorio médico. Se aplican varias inyecciones en las áreas afectadas, como axilas, palmas de las manos o plantas de los pies. Los efectos pueden durar varios meses, y se puede repetir el tratamiento según sea necesario.

Es fundamental que este procedimiento sea realizado por un profesional médico especializado para garantizar su seguridad y eficacia.